Era un hombre de papel, era un juguete del viento.

Edita:do x 23perico




INTROITO

Corren malos tiempos para la lírica, sí.

Y como en cualquier anticipación de una crisis, surge el oportunismo. Es una presunción, inocente por mi parte, anunciar la crisis azulgrana cuando la estela del triunfalismo aún decora las calles de Barcelona. Bien, es una apuesta a largo, que ya hace mucho tiempo que se inició y que, maldita sea, no se cumple. Ni en Interapuestas. Ésta es una idea que decora el libro. Y después de todo introito habrá coito.

La idea de este libelo nació como un recopilatorio de razones por las que no ser del Barça y ha ido derivando en una colección de comentarios tozudos y verborreas desbocadas donde hay un claro déficit: no se habla de fútbol.

Bien, manteniendo ese espíritu, una razón cero para ser no culé es que no tiene futuro. Interpreten como quieran: real, simulado, filosófico, poético, humorístico o, simplemente fantasía sexual. Es una razón potente para aquellos que necesitan de la religión, la fe o el capital, para asegurar que su vida tiene sentido.


Como algunos sabrán, y otros ignoran, existe editado un libro muy interesante, ejemplarizador, clarividente y que se autoafirma como un buen libro para que los adolescentes por lo menos lean algo más allá de las instrucciones del guitar hero:

100 motius para ser del Barça
Cabe decir que mi intención no es tan filo-humanista, ni preocupada por el nivel cultural del espectador futbolero medio. Me conformo con que algún adolescente pueda ver la luz, algún adulto sonría y algún culé ... también.

Sus autores, Andreu González Castro y Armando Luigi Castañeda, se plantean que 100 razones son insuficientes. Con una razón bastaría. Así como otra razón para no serlo, pero el ansia acumulativo del ser azul, de mañana, y grana, por la noche, es sorprendente y ya nos da una muestra de lo cerca que está el imaginario culé del mercado de divisas chino. Maldita manía por el dólar.

Pero no voy a cebarme con el trabajo honrado de estos autores. Cada cual con sus intereses y sus potenciales clientes. Lo único que no entiendo es que persisten en definirse frente a, en lugar de y a pesar de. Ya me entienden, el subtítulo del libro es:

.... y no ser del Real Madrid

Esto ya me tranquiliza, pues mientras iba escribiendo estas letras, no dejaba de pensar que todos nos definimos mejor criticando al vecino, al jefe, a la pareja, etc. Explicar las razones para no ser de un club, son exactamente las razones para ser de otro club. Quizás lo más óptimo sería no ser de ningún club, así la moralidad sería intachable. Pero algo más aburrida.

Sinceramente, creo que ya empieza a ser oportuno que me presente. Aunque apuesto diez euros en Interapuestas, y no en Bet&win. ¿A qué ya lo han adivinado?



Mi nombre es lo de menos, mi circunstancia también, pero mis intereses y credos deportivos están bien definidos por el ciudadano medio culé habitual: soy un resentido, un integrista, victimista, envidioso, rencoroso, fascista pero mal patriota, desheredado, un mal gourmet del buen fútbol, un salmón a contracorriente, un merengue camuflado, etc. En definitiva, un perico. De esos que constantemente hemos de explicar por qué somos del RCD Espanyol. Que nadie nos entiende, ni nos quiere entender. Así como los romanos despreciaron a los cristianos, así como los israelíes ignoran, por ser educado, al pueblo palestino, así como los mercados maltratan con indiferencia a los ciudadanos. Así somos y sentimos los pericos.

Pero no se olviden, también utilizamos la razón, por no querer decir inteligencia. Bien, ya lo he escrito, y lo mejor de sentirse en inferioridad de condiciones, es haberlo racionalizado y asumido. Ése sólo puede ser el secreto de nuestra fuerza, de nuestro futuro.

Evidentemente, siempre desde el punto de vista de un simple aficionado. Otras consideraciones muy diferentes serían las relacionadas con el futuro y entorno económico en el que se gestiona un club hoy en día. Más proclives todos al desasosiego y cada vez más alejados de la força d’un sentiment que se nos predica. Clientes que persistimos en vestir los colores blanquiazules cada quince días (esperando algún año hacerlo entre semana).

Como pericos amenazados de desaparición en Las Ramblas de Barcelona, somos una rara avis, un grupo social, o antisocial, más cercanos a la resistencia francesa, con esa timidez glamorosa de chanseur que nos aleja de lo que en realidad deberíamos ser: los galos de Uderzo y Goscinny, ergo Astérix y Obélix, esa actitud vencedora y tranquila, segura de sí misma. Lo dicho, maldita Roma y sus sestercios.

De momento hemos cruzado el río, nos hemos autoexiliado para poder respirar mejor en el asfixiado entorno de la metrópoli. Fuera de la muralla, sólo hay dos opciones: recuperar Jerusalén junto a las tropas de Saladino, con inteligencia estratégica y buena fe, o dejar que las cruzadas arrasen el delta del Llobregat y sobre nuestras cenizas, creen el parque temático del BaixCuléland, donde, por un módico precio, te puedes encular la bioconsola con el avatar que prefieras y sentirte Hans Gamper, Joan Gaspart o Jan Laporta. Todas las variantes de San Juan ... de la Cruzada.

Recuperando el discurso de presentación, queremos estar pero no estamos, queremos ser y no sabemos qué. Pero hemos aprendido qué no queremos ser, ni pretender. No ser culés ya denota un cierto posicionamiento claro, ético y estético, antisistema.

Desde el reduccionismo de la fumbología, el gran reto es, y será, aspirar a convivir en la diferencia, en la igualdad de oportunidades y en la mejora cultural y filosófica de nuestro amado fútbol. Si al sistema financiero y corporativo se le exige un cambio ético y cultural, el fútbol, como otro elemento de negocio más, no debe quedar al margen.

Afortunadamente el fútbol sigue siendo un deporte practicable desde el pasillo de casa, hasta en la plaza del barrio, si la normativa cívica de algunos ayuntamientos no lo evita.

Como fin al preludio del desastre, antes de iniciar mi sofismo particular, mi respeto por todos las personas que practican, viven por y para el fútbol. Y en particular las plantillas del FC Barcelona. Profesionales, sinceros y/o mercenarios, que son la auténtica materia prima de esta burbuja especulativa, político-económica y sociológica, en que se ha convertido este deporte. A los que utilizamos para canalizar nuestros anhelos y desórdenes. Y que nos hacen tan presuntamente felices. Contra ellos, no va nada.

A los que me conocen, les ruego que no me tengan en cuenta mis opiniones. Son humildes y sin más pretensiones que el sentido del humor nos aleje de la melodía accidental y polipoética: van a por nosotros, todos.

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